No, no te hemos espiado el móvil, pero los grupos familiares siguen siendo una preocupante fuente de dispersión de noticias falsas y desinformación.

¿Quién no ha recibido alguna vez una noticia falsa por su grupo de WhatsApp familiar? Es una triste realidad a la que estamos más que acostumbrados. En una entrevista a El Mundo, el profesor de Ciencias de la Información y la comunicación en la UOC, Alexandre López Borrull, mostraba el origen de esta situación: «es muy complicado buscar el origen de los bulos en WhatsApp, por lo que es un medio muy atractivo para este tipo de desinformación». La mayor evidencia de esta facilidad es la explosión de desinformación que ha habido en el año 2020 a causa de la pandemia de la Covid-19. De acuerdo con Cristina Tardáguila, directiva del IFCN (International Fact-Checking Network), el volumen de desinformación vivido este último año nunca había sido tan alto: «se ha multiplicado por 350 en cuestión de cuatro meses».

Pero ¿por qué sucede esto? Y ¿qué lugar ocupa la familia en esta ecuación? Para Borrull es la confianza que hay en una red social como WhatsApp, ya que quien manda la información no es una persona lejana, sino probablemente alguien con quien mantengas una relación y en el que, en definitiva, confíes. Además, aquí entra en juego el sesgo de confirmación, es decir, la tendencia del ser humano a aceptar solo la información que confirme nuestras ideas o tesis. A esto se le añade que, a raíz de esta confianza, muchas veces no nos atrevamos a decir directamente que la información que nos están enviando puede no ser verdadera. Pensamos que, en busca de la verdad, podemos quebrar una amistad u ofender y, ante esa posibilidad, preferimos no hacer nada.

El poder de este tipo de desinformación y en este medio es incalculable. Un grupo de investigadores brasileños estudió los efectos de los grupos familiares de WhatsApp en las elecciones presidenciales brasileñas del 2018 en las que Jair Bolsonaro resultó vencedor. Investigaron cerca de 200 grupos y más de 400 mensajes enviados en ellos, de los cuales la mitad eran falsos. Además, revisó el formato de los mensajes siendo los más utilizados las fotos, los vídeos y los links a páginas web. Su conclusión fue que las «burbujas de información» en las que estamos inmersos tienen un potencial enorme en la transformación de conductas sociales.

Recientemente, Maldita.es se ha hecho eco de alguno de los bulos y mensajes que has podido recibir por alguno de estos grupos para desmentirlos. El más reciente es un mensaje de principios de este año sobre la prevención de infartos usando menos la ducha citando una autoridad malasia inexistente (imagen 1). Otro mensaje (imagen 2) ofrecía cinco entradas gratis a PortAventura por su «aniversario» a través de un enlace cuyo verdadero objetivo era quedarse con tus datos. Finalmente, en el contexto pandémico del pasado año un mensaje circuló por WhatsApp (imagen 3) en el que, supuestamente, el Ministerio de Sanidad recomendaba acceder a un enlace de venta de mascarillas, siendo esto desmentido de inmediato por el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil.

Para evitar que este tipo de mensajes hagan más daño, sobre todo a los que más queremos, es necesario superar cualquier incomodidad y advertir acerca de la falsedad del mensaje o, al menos, motivar a que sea contrastado. Estamos a un paso de que un mensaje inocuo nos cause muchos problemas a nosotros y nuestras familias.

 

 

Imágenes obtenidas de Maldita.es